Patricia Peyró @kontrolparental
Detectar a un niño en riesgo de intimidación y poder llegar a él emocionalmente podría salvarle de un dolor y sufrimiento incalculable, e incluso de un riesgo de suicidio. El acoso escolar, también conocido como bullying, es uno de los grandes problemas de las sociedades desarrolladas. Aunque cualquier niño puede padecer acoso escolar, los niños diferentes tiene más riesgo de ser intimidados. Por esta misma razón, si tu hijo tiene algún problema médico o del aprendizaje debería contar con una mayor supervisión.
¿Cuáles son las consecuencias de la intimidación y el rechazo de los compañeros? Para empezar por la más grave, las víctimas adolescentes de la intimidación son cinco veces más propensas a estar deprimidas, y mucho más dadas a tener ideaciones suicidas, que sus compañeros no intimidados. Además, los niños diana del bullying evitan a menudo ir al colegio y pronto comienzan a acusar un declive académico. En comparación con sus compañeros, algunos expertos señalan el riesgo del abuso del alcohol u otras sustancias.
Esta diferencia es muy acusada en los niños que padecen alguna afección médica o trastorno del aprendizaje, como puedan ser la epilepsia, el trastorno autista o la TDAH: cualquier desviación médica o psicológica que pueda mostrar tener como consecuencia la ansiedad, la depresión, el aislamiento social o el control de impulsos.
¿Qué pueden hacer los padres?
Ante el riesgo de intimidación que pueden padecer los niños especiales, tanto los padres como el profesorado han de mantener ojo avizor. Aunque lo ideal es prevenir antes que curar, ante los mínimos indicios de puedan apuntar a un acoso escolar, habrá que actuar de inmediato.
Como padre, y antes de que pase nada, entérate de si el colegio de tu hijo hace uso de algún test preventivo para detectar el bullying o incluye algún protocolo de prevención e intervención. En la medida en que los padres lo vayan exigiendo, todos los colegios se verán obligados a implementar medidas que garanticen la ausencia de acoso escolar.
Ante la sospecha de bullying, el primer paso será mantener una buena comunicación con el niño: los pediatras expertos en salud mental animan a los adultos a iniciar conversaciones sobre el acoso escolar con el niño cuanto antes. ¿Cómo abordar el tema? De forma natural y preguntándoles directamente a ellos sobre lo que ha pasado y sobre su estado de ánimo. Con una comunicación abierta detectaremos sus pensamientos suicidas y fomentaremos su confianza en nosotros.
Una vez que el tema del bullying ha salido a relucir podremos poner los medios para evitar perpetuarlo, comenzando por mantener una conversación directa con el maestro o con el director de la escuela para que el acoso escolar sea atajado de raiz.
También es aconsejable abordar el tema durante las visitas de rutina al médico del niño, para que él o ella pueda sugerir intervenciones apropiadas en el hogar y en la escuela y ayudar a tratar cualquier depresión coexistente, ansiedad o trastorno de estrés postraumático. El médico puede recomendar la consulta con un psicólogo o psiquiatra para acelerar la recuperación y para ayudar al niño a desarrollar las habilidades y la comprensión para avanzar con confianza.