A través de los selfies, solos y con amigos, los niños buscan la aprobación de los demás y marcan sus referentes sociales (más…)
Por Patricia Peyró
Los selfies son autorretratos realizados con un dispositivo digital, generalmente móvil o Smartphone, que se hacen para comparti en redes sociales como Instagram, Twitter o Facebook. Las personas más adictas a los selfies son los adolescentes.
Obsesión por los selfies: ¿Debemos preocuparnos?
A nivel psicológico, los amigos de los selfies se encuentran en alguno de los dos extremos del narcisismo más acusado o la falta de autoestima.
Las chicas son más tendentes a hacerse selfies que los chicos, aunque la adicción a los selfies va a depender sobre todo del grado de histrionismo personal más que del sexo. Al margen de eso, sucede que las habilidades sociales mostradas en la vida real podrían llegar a invertirse en el medio digital, superándose algunas fronteras, como pueda ser la timidez. Esta sensación de «envalentonarse» y ser más atrevido y social que en la vida real se debe, en parte, al anonimato y a la ausencia de observación real del lenguaje no verbal.
Los propios selfies van evolucionando: se llevan mucho los selfies en grupo, que vienen a decir: “mira qué cool soy”, “mira qué amigos tengo…” También se llevan los selfies tomados en condiciones extremas o de alto riesgo con los que más de uno se ha llevado un susto.
La influencia del exhibicionismo ajeno
El fenómeno de los selfies y el autoexhibicionismo tiene un gran componente de imitación. Así, se produce el siguiente mecanismo cognitivo: «si todos lo hacen, entonces yo también puedo o debo hacerlo». Este ejemplo viene dado en gran parte por las celebridades a las que siguen los niños y adolescentes. Aunque sea parte de su trabajo promocional, no dejan de transmitir un mensaje a sus fans, que posteriormente tratarán de imitarlos.
¿Existen riesgos en los niños?
Los menores en edad adolescente están particularmente enganchados a los selfies. En parte es normal y se relaciona con la inseguridad respecto a su autoimagen, fruto de estar en el limbo entre la niñez y la edad adulta. Ello les lleva a mirarse demasiado en el espejo, como reflejo (nunca mejor dicho) de su afición a «mirarse el ombligo» y creerse el centro del mundo.
Pero al margen de que sea normal, no quiere decir que no comporte cierto peligro. Los riesgos de los selfies se relacionan con compartir imágenes que puedan ser posteriormente objeto de burla por parte de otros niños. En estos casos, la imagen o vídeo, generalmente compartido en redes sociales, podría viralizar y llegar a tener un gran alcance. Hablaríamos en este caso de ciberacoso o ciberbullying.
Por otra parte, los selfies más subidos de tono (algo también habitual en adolescentes, sobre todo en niñas), empleados en el sexting, por más que sea un intercambio de imágenes consensuado, podría terminar en el foco de todo el colegio, arruinando la reputación de la chica en concreto.
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