Por Patricia Peyró @kontrolparental
Los padres de ahora estamos de acuerdo en que, cuando éramos pequeños, gozábamos de una mayor libertad para entrar y salir de casa: salíamos solos a la calle y pasábamos las tardes jugando con nuestros amiguitos en el vecindario sin una supervisión directa del adulto.
Hoy en día esto es impensable, y jamás dejaríamos a nuestros hijos salir solos, salvo que fuera dentro del recinto cerrado de nuestra propia urbanización y, aún así, manteniendo “ojo avizor” en todo momento.
¿Por qué este temor? ¿Acaso antes no pasaban cosas? ¿Nuestros padres se preocupaban menos? Posiblemente pasaran igual antes que ahora, pero con la diferencia de que no existía internet, ni la comunicación acerca de sucesos trágicos era tan fluida y accesible como ahora.
El acceso y la sobreexposición a la información acerca de secuestros y abusos al menor nos hace tener miedo y aumentar la precaución del entorno en que se encuentran nuestros hijos en todo momento.
Sin embargo, los padres tendemos a despreocuparnos cuando sabemos que los niños están en casa y se encuentran tranquilos en el entorno doméstico: unas veces están viendo la tele, otras jugando con sus juguetes, otras muchas usando internet o dispositivos como la tablet o el Smartphone… Pero, ¿sabemos realmente lo que están haciendo nuestros hijos?
Lamentablemente tampoco podemos despreocuparnos cuando los pequeños están sin hacer ruido y metidos en su habitación usando internet, ya que la red es una fuente importante de amenazas para el menor que tendemos a minimizar, a veces por desconocimiento.
Prevenir los problemas es verlos venir y poner medios para impedir su aparición. Los mejores aliados serán aquellos que favorezcan el control sin prohibición:
–Control de tiempos y utilización: determinar cuándo se puede y durante cuánto tiempo se permite. ¿Media hora después de merendar? ¿Después de hacer los deberes elegimos entre la consola o el ipad?
–Supervisión: Cuando nuestro hijo está con internet o usando demasiado el móvil, no basta con verle de lejos, sino que hay que mirar lo que está haciendo exactamente para ver si están accediendo a contenido adecuado para su edad o incurriendo en alguna actividad peligrosa.
–Comunicación: Fomentar los vínculos de relaciones reales sobre las virtuales, especialmente los familiares. Si no le hacemos caso ni hablamos con él, tampoco debería sorprendernos que esté todo el día enganchado al whatssup o a las redes sociales.