El spam es una estrategia de negocio on-line que funciona de forma intrusiva y genera mucho rechazo entre los usuarios de la red. Consiste en enviar correos electrónicos de manera masiva a miles de usuarios de internet. Esos mails, que tienen fines publicitarios, se consideran una de las peores estrategias dentro del marketing on-line.
Casi conocemos lo molesto que resulta recibir correos no solicitados con contenidos que van desde productos para adultos hasta artículos sin sentido o carentes de interés. En cambio, sigue siendo una práctica común que puede conllevar algunas amenazas para el usuario, fundamentalmente con la captación de datos.
Los niños y adolescentes, con tan poca experiencia como cautela, deberán ser prevenidos por sus padres para no caer en trampas como el phishing y captación de nuestros datos personales o bancarios. A ciertas edades todavía no manejan conceptos como la asertividad y no saben que pueden decir «no», o hacer caso omiso a órdenes o comandas. Siguiendo este principio, cuando leen frases en «imperativo», creen que deben «obedecer» o hacer lo que se les dice. Por ejemplo: «Pincha aquí», «Escribe tus datos…» etc.
Por qué el spam no es una buena idea Además de dar una mala imagen del negocio, el spam no sirve como estrategia de marketing a largo plazo porque nadie compra dos veces. Por otro lado, para garantizarse una única compra es necesario llegar a miles de personas diariamente para poder mantener un nivel de ingreso que generalmente no va a justificar o compensar un ejercicio tan “maligno” como el spam.
Contrariamente al spam, las estrategias de marketing con expectativas de buenos resultados y aumento en las ventas apuntan a considerar al cliente potencial o destinatario de la publicidad de forma respetuosa y generándole la sensación de recibir un “trato único” y personalizado, en el que pesa mucho el componente empático y humano
Alternativas al spam
El secreto de los buenos vendedores en internet pasa también por generar una amplia lista de correos electrónicos-objetivo a los que dirigir la publicidad de sus productos o servicios. Cambia, no obstante, la manera en que se obtienen los datos del usuario, que se adquieren en este caso solicitando voluntariamente las direcciones de correo para enviar información periódica y de valor.
La práctica del spam genera mala reputación y daña la imagen, no sólo de la marca, sino también del producto, que pronto se empieza a vincular con el correo basura y genera emociones negativas. Tanto es así que la expresión «ser spam» se empieza a utilizar como sinónimo para describir a la gente molesta que envía demasiados mensajes que no se desean recibir.