Uno de los males que traen consigo las nuevas tecnologías es la adicción infantil a los videojuegos
Por Patricia Peyró
La incorporación de las consolas, ipads, smatphones y demás “gadgets” al día a día de los hogares ha traído consigo cambios en las costumbres de los más pequeños a la hora de elegir qué hacer en su tiempo libre. El exceso de uso de estos dispositivos puede llevar a crear una dependencia en el niño. La adicción infantil a los videojuegos es uno de los factores adversos del uso temprano de este tipo de dispositivos, que casi siempre generamos los propios padres al proporcionárselos como regalo para jugar en su habitación.
Detectar una posible dependencia
Los síntomas de dependencia de un Smartphone, DS, consola, o cualquier aparato tecnológico que el niño use para jugar o divertirse tienen una manifestación muy evidente: prestando un poco de atención sus rutinas enseguida apreciaremos si se trata del mero capricho de tenerlo porque los demás amigos lo tienen, o si su adicción va más allá.
La observación del adulto deberá centrarse en dos aspectos: el tiempo que pasa jugando y si padece ansiedad por jugar.
Mejor prevenir antes que curar
En cuanto se observen signos que apunten a un exceso de vídeojuegos, lo primero que se debe hacer es hablar con el niño y preguntarle qué es lo que le gusta del juego para averiguar sus motivaciones. Se trata de hacerle notar que se está perdiendo muchas cosas divertidas: hacer deporte de equipos, leer cuentos, hacer colecciones, usar otros juguetes…
Los padres a veces pecamos de permisivos con las actividades de elección del niño cuando le vemos entretenido y sin “dar la lata”. Aunque es comprensible, no debemos olvidar que es responsabilidad nuestra el identificar perfectamente lo que está haciendo para así saber si es o no apropiado para su edad.
Algunos juegos pueden ser perjudiciales para el menor. Habrá que estar muy pendientes de cuáles son la temática y el objetivo del juego, puesto que con frecuencia los videojuegos contienen altos índices de agresividad que pueden afectar a su percepción de la realidad y hacerle insensible a, por ejemplo, el dolor de los demás y el uso de la violencia.
Antiguamente la adicción a los videojuegos no era tan frecuente como ahora, puesto que el menor debía ir a jugar a salas de recreativos y disponer de dinero para “alimentar” su adicción.
Todos los juegos que se compran para consola, móvil u otros dispositivos, tienen fijada la edad con la que se puede empezar a jugar. El fabricante basa esa edad en auditorías de psicólogos y pedagogos que determinarán la edad en función del tipo de juego, de imágenes y sonidos que se visualizarán en su contenido.
Cómo curar la adicción
La adicción a los videojuegos no deja de ser como pudiera ser otra cualquiera (drogas, juego…) Por definición, se va a caracterizar por un consumo desmesurado y no controlado, en esta caso del uso de la consola o dispositivo, que además interfiere y afecta negativamente a su vida cotidiana.
Como todas las adicciones, el tratamiento pasa por abandonar el uso, y por ello habrá que prohibirle esa actividad para provocar un desenganche paulatino “deshabituación” y el “desenganche” de todos esos estímulos que se han condicionado al juego y le generan refuerzos y recompensas.
Para mantener al niño aislado del objeto habrá que aportarle un entretenimiento alternativo. Se puede proceder de forma gradual, por ejemplo, alejándolo unas horas de su lugar de juego o del aparato que llevaba siempre consigo, y proporcionándole nuevas actividades que capten su interés. Paulatinamente se irá aumentando el tiempo de deshabituación al videojuego hasta que se normalice.
Los videojuegos no deben interferir con la socialización cara a cara y con las salidas al aire libre
El exceso de videojuegos puede afectar a su socialización e incluso a su salud. Aunque el uso moderado es positivo para sus reflejos y psicomotricidad, el abuso puede convertirlo en un niño aislado, e incluso afectar a su visión. Los pequeños deben salir a jugar al aire libre con otros niños de su edad, para desarrollar la imaginación y aprender a comportarse en grupo.