Se acabó el "ignoring" a los padres

Sin tener ningún conocimiento de programación, la artífice de IGNORE NO MORE ha conseguido materializar esa “venganza” con la que todos los padres soñamos cuando nuestros hijos no contestan al teléfono.

 

Por Patricia Peyró @kontrolparental

¿Dónde están los límites del control parental? ¿Es lícito “castigar” al hijo adolescente sólo por ser adolescente y pasar de las llamadas inquisitivas de su madre? Este debate no ha parecido importarle demasiado a Sharon Standifird, madre y creadora de la App IGNORE NO MORE, quien ha cortado la discusión por lo sano con una App que está dando mucho que hablar.

El escenario es demasiado familiar para cualquier madre de un hijo adolescente: llama a su hijo, y éste no contesta. ¿Por qué? No se sabe, pero seguramente no contesta porque no quiere o porque pasa. Sharon, esta mamá estadounidense del estado de Texas, harta de estos desplantes telefónicos, se puso manos a la obra para dar con una solución con la que su retoño se viera obligado a contestar el teléfono.

Pero, ¿cómo controlar su comportamiento a distancia? Aunque su creadora podía haber estudiado una fórmula para premiar su conducta, en IGNORE NO MORE se hace lo contrario: no contestar el teléfono está penalizado y la consecuencia es que el móvil no se activa hasta que devuelves la llamada.

El bloqueo del teléfono se activa cuando el niño no contesta a las llamadas o a los mensajes de texto. A pesar de ello, el teléfono permite llamar a emergencias o al teléfono de los propios padres. Cuesta 2 dólares y por el momento está disponible para ANDROID.

Contestar o bloquear, ésa es la cuestión

IGNORE NO MORE: El vídeo con la historia de cómo se creó

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Los niños se enganchan a los videojuegos

Uno de los males que traen consigo las nuevas tecnologías es la adicción infantil a los videojuegos

Por Patricia Peyró

La incorporación de las consolas, ipads, smatphones y demás “gadgets” al día a día de los hogares ha traído consigo cambios en las costumbres de los más pequeños a la hora de elegir qué hacer en su tiempo libre. El exceso de uso de estos dispositivos puede llevar a crear una dependencia en el niño.  La adicción infantil a los videojuegos es uno de los factores adversos del uso temprano de este tipo de dispositivos, que casi siempre generamos los propios padres al proporcionárselos como regalo para jugar en su habitación.

Detectar una posible dependencia

Los síntomas de dependencia de un Smartphone, DS, consola, o cualquier aparato tecnológico que el niño use para jugar o divertirse tienen una manifestación muy evidente:   prestando un poco de atención sus rutinas enseguida apreciaremos si se trata del mero capricho de tenerlo porque los demás amigos lo tienen, o si su adicción va más allá.

La observación del adulto deberá centrarse en dos aspectos: el tiempo que pasa jugando y si padece ansiedad por jugar.

Mejor prevenir antes que curar

En cuanto se observen signos que apunten a un exceso de vídeojuegos, lo primero que se debe hacer es hablar con el niño y preguntarle qué es lo que le gusta del juego para averiguar sus motivaciones. Se trata de hacerle notar que se está perdiendo muchas cosas divertidas: hacer deporte de equipos, leer cuentos, hacer colecciones, usar otros juguetes…

Los padres a veces pecamos de permisivos con las actividades de elección del niño cuando le vemos entretenido y sin “dar la lata”. Aunque es comprensible, no debemos olvidar que es responsabilidad nuestra el identificar perfectamente lo que está haciendo para así saber si es o no apropiado para su edad.

Cuidado con la edad del videojuego

Algunos juegos pueden ser perjudiciales para el menor. Habrá que estar muy pendientes de cuáles son la temática y el objetivo del juego, puesto que con frecuencia los videojuegos contienen altos índices de agresividad que pueden afectar a su percepción de la realidad y hacerle insensible a, por ejemplo, el dolor de los demás y el uso de la violencia.

Los videojuegos gratis enganchan todavía más

Antiguamente la adicción a los videojuegos no era tan frecuente como ahora, puesto que el menor debía ir a jugar a salas de recreativos y disponer de dinero para “alimentar” su adicción. 

Todos los juegos que se compran para consola, móvil u otros dispositivos, tienen fijada la edad con la que se puede empezar a jugar. El fabricante basa esa edad en auditorías de psicólogos y pedagogos que determinarán la edad en función del tipo de juego, de imágenes y sonidos que se visualizarán en su contenido.

Cómo curar la adicción

La adicción a los videojuegos no deja de ser como pudiera ser otra cualquiera (drogas, juego…) Por definición, se va a caracterizar por un consumo desmesurado y no controlado, en esta caso del uso de la consola o dispositivo, que además interfiere y afecta negativamente a su vida cotidiana.

Como todas las adicciones, el tratamiento pasa por abandonar el uso, y por ello habrá que prohibirle esa actividad para provocar un desenganche paulatino  “deshabituación” y el “desenganche” de todos esos estímulos que se han condicionado al juego y le generan refuerzos y recompensas.

Para mantener al niño aislado del objeto habrá que aportarle un entretenimiento alternativo. Se puede proceder de forma gradual, por ejemplo, alejándolo unas horas de su lugar de juego o del aparato que llevaba siempre consigo, y proporcionándole nuevas actividades que capten su interés. Paulatinamente se irá aumentando el tiempo de deshabituación al videojuego hasta que se normalice.

Los niños deben jugar en la calle

Los videojuegos no deben interferir con la socialización cara a cara y con las salidas al aire libre

 

El exceso de videojuegos puede afectar a su socialización e incluso a su salud. Aunque el uso moderado es positivo para sus reflejos y psicomotricidad, el abuso puede convertirlo en un niño aislado, e incluso afectar a su visión. Los pequeños deben salir a jugar al aire libre con otros niños de su edad, para desarrollar la imaginación y aprender a comportarse en grupo.

Poner límites al adolescente no es fácil

Educar al adolescente plantea el doble reto de poner límites y de ganarse su confianza 

Por Patricia Peyró

Todavía conmocionados por la muerte de Robin Williams, nos viene a la memoria el recuerdo de su papel en la película “El club de los poetas muertos”, en la que interpretaba a ese buen profesor que sabe ganarse a los chicos y los lleva a su terreno con prácticas educativas poco habituales pero efectivas. ¿Su clave? Hacerles sentir confianza en sí mismos y animarles a luchar por sus sueños.

Utópico o no, educar a un adolescente no es lo mismo que educar a un niño. El adolescente se encuentra en ese limbo no definido en el que ya no es un niño, pero tampoco es un adulto. Sus preguntas más recurrente en esa etapa de su vida será “¿quién soy?”, “¿qué quiero?”, “¿dónde dirijo mis pasos?”

Todas sus dudas, unidas a una revolución hormonal y a un cambio físico que no se corresponde con una madurez emocional, convierten al adolescente en ese torbellino de la casa, que en demasiadas ocasiones trae de cabeza a los padres. ¿Cómo enfrentarse (con éxito) a la comunicación con el adolescente?

ERRORES FRECUENTES EN LA COMUNICACIÓN CON EL ADOLESCENTE:

Proyectar nuestras propias inseguridades y prejuicios, limitando sus propias capacidades y horizontes: Esto llevará con frecuencia a una sobreprotección injustificada del joven adolescente y le restará oportunidades.

Prejuzgar antes de conocer su versión: Como consecuencia de no escuchar es frecuente incurrir en el error de tener una idea preconcebida. Lo conveniente es practicar la escucha activa, que es empática y nos pone en el lugar del adolescente.

Compararle con sus hermanos, primos u otras figuras de su entorno: Cada individuo es diferente y es injusto pretender que nuestro hijo se adapte al patrón que hemos pensado para él.

 

En la adolescencia se estrechan vínculos muy fuertes de amistad

La amistad en la adolescencia cobra un papel primordial. Los padres deben conocer a sus amigos más cercanos e interesarse por ellos también porque los enfados en estas edades pueden suponer un auténtico drama.

CÓMO MEJORAR LA COMUNICACIÓN

Hacerle crecer: Motivar su curiosidad y su inquietud por aprender cosas nuevas sólo se consigue con el esfuerzo y estimulación de los padres, además de su participación activa.   Por ejemplo, en vez de comprarle una bici, salir a montar con él; en lugar de darle un libro, proponer un tiempo para leer juntos en silencio como una actividad agradable.

Empatizar con él: Tratar de ponerse en su lugar y resolverle esas dudas que intuimos que tiene. En la medida en que sienta que sus padres se interesan por él sin sentirse amenazado por la incomprensión o por la burla, se acercará más a nosotros y compartirá sus inquietudes.

Darle confianza: El adolescente es muy vulnerable a la forma de percibir la comunicación. Por eso hay que evitar la agresividad, activa o pasiva, y darle confianza para aumentar su autoestima y seguridad en sí mismo.

 

El adolescente comunica su inconformismo con rebeldía

A veces buscan la provocación y utilizan las conductas de riesgo para llamar la atención. Aprender a «leer» sus mensajes entre líneas es fundamental.

El deporte es sano y ayuda al adolescente para desfogarse.

El deporte y, en general, inculcarles aficiones sanas es muy importante para que no se «desvíen» del buen camino. A ser posible hay que participar activente con ellos y generar espacios comunes.