Por Patricia Peyró
Todavía conmocionados por la muerte de Robin Williams, nos viene a la memoria el recuerdo de su papel en la película “El club de los poetas muertos”, en la que interpretaba a ese buen profesor que sabe ganarse a los chicos y los lleva a su terreno con prácticas educativas poco habituales pero efectivas. ¿Su clave? Hacerles sentir confianza en sí mismos y animarles a luchar por sus sueños.
Utópico o no, educar a un adolescente no es lo mismo que educar a un niño. El adolescente se encuentra en ese limbo no definido en el que ya no es un niño, pero tampoco es un adulto. Sus preguntas más recurrente en esa etapa de su vida será “¿quién soy?”, “¿qué quiero?”, “¿dónde dirijo mis pasos?”
Todas sus dudas, unidas a una revolución hormonal y a un cambio físico que no se corresponde con una madurez emocional, convierten al adolescente en ese torbellino de la casa, que en demasiadas ocasiones trae de cabeza a los padres. ¿Cómo enfrentarse (con éxito) a la comunicación con el adolescente?
ERRORES FRECUENTES EN LA COMUNICACIÓN CON EL ADOLESCENTE:
Proyectar nuestras propias inseguridades y prejuicios, limitando sus propias capacidades y horizontes: Esto llevará con frecuencia a una sobreprotección injustificada del joven adolescente y le restará oportunidades.
Prejuzgar antes de conocer su versión: Como consecuencia de no escuchar es frecuente incurrir en el error de tener una idea preconcebida. Lo conveniente es practicar la escucha activa, que es empática y nos pone en el lugar del adolescente.
Compararle con sus hermanos, primos u otras figuras de su entorno: Cada individuo es diferente y es injusto pretender que nuestro hijo se adapte al patrón que hemos pensado para él.
CÓMO MEJORAR LA COMUNICACIÓN
Hacerle crecer: Motivar su curiosidad y su inquietud por aprender cosas nuevas sólo se consigue con el esfuerzo y estimulación de los padres, además de su participación activa. Por ejemplo, en vez de comprarle una bici, salir a montar con él; en lugar de darle un libro, proponer un tiempo para leer juntos en silencio como una actividad agradable.
Empatizar con él: Tratar de ponerse en su lugar y resolverle esas dudas que intuimos que tiene. En la medida en que sienta que sus padres se interesan por él sin sentirse amenazado por la incomprensión o por la burla, se acercará más a nosotros y compartirá sus inquietudes.
Darle confianza: El adolescente es muy vulnerable a la forma de percibir la comunicación. Por eso hay que evitar la agresividad, activa o pasiva, y darle confianza para aumentar su autoestima y seguridad en sí mismo.