Es posible hacer un buen uso de los videojuegos: Mejor dosificados y en familia.
Patricia Peyró @kontrolparental
Hace mucho tiempo que los videojuegos entraron en nuestras vidas. Los niños de los 80, pioneros en descubrir las delicias de las míticas Arcade, hoy son los padres de unos hijos nacidos con la Game Boy, la Wii, la PlayStation, las renovadas Nintendo y, por supuesto, las tablets… Tanta variedad, junto con el hecho de ser gratis (¡ya nos hubiera gustado a nosotros!) hace que muchos niños se enganchen y que, además, arrastren consigo también a sus padres. Pero, ¿es esto bueno o deberíamos encontrar otro tipo de juegos y actividades?
Los videojuegos tienen algunos aspectos beneficiosos. Por ejemplo, pueden ser una buena fórmula de enriquecer el vínculo entre padres e hijos, quienes encuentran en ellos una vía de escape al estrés cotidiano y una manera de relajarse, de jugar y pasar el rato.
Asimismo hay videojuegos muy positivos para ellos e incluso hay algunos que previenen el acoso escolar o consiguen detectarlo en forma de test sociométrico, como BuddyTool, de TEA Ediciones
A la hora de debatir la conveniencia del uso de videojuegos a casi todos los padres nos preocupan dos cosas: el contenido del videojuego y el tiempo de exposición a éste, que en ocasiones raya el abuso, generando dependencia hasta considerarse una especie de droga. Consultamos cómo hacer un buen uso de los videojuegos y de los “videojuegos en familia” con Raquel Soler Vivas, Educadora Social y Docente, además de Fundadora de la Asociación Grupo Interactúa , un equipo de Educadoras Sociales y Psicólogas donde trabajan la prevención de adicciones y orientación juvenil entre otras muchas cosas.
-¿Cuándo la conducta de jugar a videojuegos puede empezar a ser negativa?
Es negativa cuando se crea una dependencia y esta persona tiene que jugar cada vez más horas, lo cual interfiere en conductas que habitualmente hacía y deja de hacer como salir, leer, tareas domésticas, dormir y/o afecta en la relación con su familia, amigos, trabajo, o simplemente no tiene ninguna motivación por lo novedoso.
-Cuantifiquemos: “¿a partir de cuántas horas a la semana sería ya un problema?” (si se puede hablar de horas)
Creo que es difícil hablar de horas, piensa que hay gente que se pasa la tarde viendo la tele con la familia y ni siquiera se hablan, (cosa que ahí no se ve el problema), pues con los videojuegos pasa lo mismo. Cuando hay un deterioro en las relaciones familiares, falla la comunicación, se descuidan cosas cotidianas como la colaboración en casa, aseo personal, responsabilidades con los hijos, podríamos hablar de problema.
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-¿Por qué se da tanto en esta generación, y en cambio nuestros padres diferenciaban perfectamente sus aficiones de jóvenes de las de adultos?
No creo que sea un problema especialmente de ahora, antiguamente los adultos podían evadir sus problemas yéndose al bar con los amigos. Puede ser un modo de escapar de la realidad o de ser alguien que en realidad no eres evitando así afrontar los problemas reales.
El buen uso de los videojuegos debe contemplar los tiempos de uso y regularlos para evitar un enganche patológico a juegos tan adictivos como el Fortnite, según nos previenen en Fun Tech Academy, escuela especializada en Robótica y programación de videojuegos.
-¿Cuáles son los riesgos de engancharse demasiado (a nivel familiar, por ejemplo)?
Hay que tener en cuenta que los síntomas psicológicos de la adicción a los videojuegos es similar a la de cualquier droga, con lo que es muy probable que las relaciones familiares, sociales, y laborales se vean dañadas.
Aunque es menos habitual, los adultos también pueden llegar a engancharse a los videojuegos. ¡Cuidado!
-¿Cómo puede afectar a la pareja?
La persona que pasa mucho tiempo jugando a los videojuegos o es adicto se vuelve irritable, ansioso cuando no está enchufado o intentan desenchufarlo, lo que evidentemente produce un distanciamiento en la pareja, aunque a veces hay que plantearse si la pareja ya no estaba dañada, este tema habría que tratarlo con más profundidad.
-Los padres que juegan, ¿son un buen ejemplo para sus hijos?
Siempre hay que saber si estamos hablando de uso o de abuso. No hay que demonizar los videojuegos, tienen muchas cosas positivas, mejoran la creatividad, la toma de decisiones, la percepción, la resolución de conflictos, memoria, atención. Además de ser un buen momento de pasarlo en familia conociendo los gustos de los hijos.
La clave para reducir el abuso de los videojuegos y del uso de pantallas hace imprescindible dar otras opciones de ocio al niño, idealmente actividades deportivas y al aire libre.
– Cuando haya un abuso, ¿cuáles serían tus consejos para reducir poco a poco esa afición en el niño?
Bueno, yo siempre apelo a la prevención y enseñar alternativas de ocio. Vuelvo a repetir que no es una mala afición, tiene muchas cosas buenas, el problema está cuando solo existe “esa afición”. Está claro que si uno no quiere es muy difícil dejarlo, pero hay que moverse, concienciarnos de que el tiempo que pasamos frente a los videojuegos lo perdemos de realizar otras actividades o de estar con gente.
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