Patricia Peyró @kontrolparental
Llegan las vacaciones de verano y con ellas el drama a muchas familias españolas cuando descubren en las notas de sus hijos una buena colección de suspensos. ¿Qué hacer cuando el fracaso escolar llega a nuestra casa? Antes de someter a nuestros hijos a castigos implacables y poco efectivos, conviene hacerse algunas preguntas realistas acerca de lo que es el fracaso escolar, y buscar el porqué del origen en cada niño.
Cuando hay suspensos suele existir en el niño una falta de motivación
Se sabe que España es de los países con mayor tasa de fracaso escolar de Europa desde que se comenzara a medir el rendimiento en la Unión Europea en el año 2000. Si bien en los últimos cinco años hemos mejorado mucho, todavía casi el 20 por ciento de los jóvenes de entre 18 y 24 años abandonan prematuramente los estudios, siendo más frecuente el abandono en niños que en niñas. El abandono educativo obedece, según los expertos, a razones complejas entre las que se encuentra la propia sociedad, que refleja un alto nivel de preparación y de exigencia (carreras, másters, doctorados…) a cambio de trabajos precarios y salarialmente mal remunerados, o al menos de forma insuficiente para favorecer la emancipación. Todos estos hechos desmotivan a no pocos jóvenes a siquiera a intentarlo.
Son cifras muy altas que plantean la necesidad a los padres de hacer un examen de conciencia a la hora de enfrentarse a la cruda realidad del suspenso para ver en qué medida contribuyen a que el fracaso escolar se produzca.
Buscar las causas
Es verdad que en muchos casos el fracaso escolar obedece a razones neuropsicológicas o de desarrollo como el Trastorno por Déficit de Atención e Hiperactividad o el autismo, o incluso a veces se producen por una superdotación que hace que el niño se aburra en clase. Pero otras veces se trata de un tema puramente conductual con origen en casa y que suele estar detrás de la falta de comunicación o de la aplicación de normas y establecimiento de límites.
Los cambios o problemas familiares importantes como el divorcio suelen acusarse en falta de atención, problemas de conducta y malas notas
El acoso escolar produce ansiedad y depresión en el niño, afectando a su rendimiento académico
Cuando el bullying está detrás del fracaso escolar
Descartadas las patologías de neurodesarrollo o algún problema físico de visión o audición, nos conviene centrarnos en los factores emocionales: hay que tener presente que los trastornos depresivos infantiles y la ansiedad infantil son más frecuente de lo que creemos, y también podrían estar detrás de las temidas malas notas. En el caso de la depresión, los sentimientos de tristeza y alteración del humor se unen a la falta de concentración. Y la depresión casi siempre va acompañada de ansiedad, que se acusa en sintomatología física. Si notamos que nuestro hijo está triste o más nervioso de lo normal, y que además muestra algún tipo de cambio respecto a su actitud ante el colegio, podría estar padeciendo acoso escolar o bullying. Detectarlo cuanto antes con la ayuda de profesores y abordando el tema con el niño será fundamental, ya que con frecuencia tardamos meses en descubrirlo, e incluso hay casos en los que el niño nunca llega a decir nada por miedo a preocupar a sus padres o parecer débil.
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