En puertas de una segunda oleada y con secuelas emocionales todavía sin curar, nos conviene considerar la posibilidad de un segundo confinamiento
Existe una pregunta que todos nos hacemos secretamente: ¿Y si nos vuelven a confinar? La sola idea de un nuevo confinamiento nos causa estupor y nos hace cuestionarnos si seremos capaces de soportarlo de nuevo. No sólo por nosotros, sino también por los niños. ¿Cómo planteárselo, siquiera, tras haber re-descubierto las mieles de la libertad durante las vacaciones de verano? Ellos no sólo merecen saber, sino que, necesariamente, hay que prepararlos para lo que pueda pasar. Por ello, en todo momento debemos intentar transmitirles sensación de control y tranquilidad, aunque contándoles siempre la verdad si preguntan.
La pandemia nos ha puesto a todos en una situación de incertidumbre que nos produce miedo y desesperanza. Sin embargo, es importante que no descargues estos sentimientos en tus hijos y que, por el contrario, les transmitas una sensación de control de la situación
Aunque los expertos advierten que un segundo confinamiento sería más dañino que el primero en términos psicológicos, los niños y adolescentes tienen una capacidad de adaptación muy superior a los adultos y en su caso aceptarían mejor las medidas de aislamiento social en casa, así como la educación a distancia como parte de la vuelta al cole de la nueva normalidad.
Primero tú, luego los niños
Cuando vamos en un avión y atendemos a las explicaciones del personal de vuelo sobre la seguridad, siempre nos indican lo mismo. En caso de un improbable incidente, tendríamos que ponernos la mascarilla de oxígeno nosotros mismos, en primer lugar. Después, se la pondríamos a los niños. Es decir, para poder ayudar a “respirar”, uno primero tiene que estar en condiciones de hacerlo, respirando él mismo. Esto mismo sucede con cualquier crisis a la que nuestra familia pueda verse sometida, y el confinamiento es un buen ejemplo de ello.
Educa a tu hijo en las rutinas de prevención de la transmisión del coronavirus con las buenas prácticas de la mascarilla y el lavado de manos, haciéndole saber que el riesgo sigue existiendo y que una de las medidas de control podría ser también quedarse en casa.
Las vacaciones nos han dado un pequeño respiro, pero la vuelta a la rutina nos devuelve a una realidad inquietante y caracterizada por el miedo a lo desconocido. Sin embargo, los niños no ven más allá que su presente y piensan que lo del confinamiento ya es cosa del pasado.
Antes de plantear la posibilidad de un nuevo confinamiento a los niños, como adultos debemos prepararnos nosotros mismos identificando lo que sentimos para poder ponerle remedio.
Cómo gestionar el miedo a los rebrotes
La sociedad se ha enfrentado a un descontrol emocional que se ha visto aliviado con el desconfinamiento y las vacaciones. Con ellas hemos sentido una fantasía de seguridad similar a la que sentíamos antes del Covid-19. Sin embargo, con la llegada de los rebrotes, la vuelta de las restricciones y los confinamientos parciales, las alarmas vuelven a saltar. Maria Rosario Gomis Ivorra, psicóloga especialista en Emergencias y miembro de Top Doctors, asegura que la población se encuentra actualmente intentando devolver normalidad a sus vidas, y que un hipotético nuevo confinamiento, agravaría la salud mental rápidamente. “Esos efectos que sufrimos todos de forma progresiva durante el primer confinamiento surgirían más rápido y más fuertes. Nuestra resiliencia, estaría afectada por la fatiga provocada por la primera desregularización emocional”, explica.
Una buena gestión del agotamiento mental y de la incertidumbre, serían claves para afrontar la nueva implementación de medidas restrictivas o un posible segundo confinamiento.
Estas son algunas de las técnicas que podrás aplicar en ti mismo:
-Mindfulness y meditación para conocer desde fuera, y sin juzgar, la forma en que te sientes respecto a la realidad y calmar los ánimos. Diferentes estudios han confirmado que observar la problemática que nos afecta como si fuéramos una tercera persona, nos ayuda a resolverla y nos rebaja la sintomatología ansiógena.
-Alguna técnica de relajación corporal, que podría ser incluso a través del ejercicio (la contracción muscular es seguida de una respuesta de relajación).
-Control estimular, o lo que es lo mismo, preparar el ambiente y las actividades que vayamos a realizar.
– Mantener una dieta sana y equilibrada
-Ordenar las rutinas del sueño y la alimentación, huyendo de los excesos y procurando dormir ocho horas diarias.
Una vez controlada la vía emocional, la manera de gestionar la posibilidad de un nuevo confinamiento sería con la aceptación y aplicación de lo aprendido durante el primer confinamiento
Debemos ser positivos y optimistas: a nivel educativo, ya se cuenta con la experiencia de haber gestionado la educación a distancia y como padres podemos apoyar y vigilar la aparición de problemas asociados al uso de dispositivos e internet, como el insomnio tecnológico y la detección del ciberacoso.
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