Cómo ayudar a los niños a superar las pesadillas y los terrores nocturnos causados por la tensión de la crisis del Covid-19
Los terrores nocturnos y las pesadillas son episodios comunes y difícilmente controlables pero que suceden, sin poder evitarlos, a lo largo de la vida. Sin embargo, en situación de tensión e incertidumbre, como la causada por la crisis del Covid-19, puede tener repercusión en el sueño de los más pequeños causando la aparición de estos episodios. Por ello, conviene conocer cómo enfrentarse a ellos para así ayudar a los más pequeños a superarlos.
Es conveniente vigilar que estos episodios de pesadillas o terrores nocturnos alteren en la menor medida posible el ritmo de sueño de los pequeños. En caso de que estos episodios se repitan frecuentemente, es conveniente acudir a la consulta del pediatra y exponerle el caso.
Los despertares como consecuencia de dormir mal en el niño, por ansiedad o preocupaciones como pueda ser el padecer acoso escolar o ciberacoso durante el confinamiento, son muy perjudiciales para la salud del niño
La aparición de episodios de terrores nocturnos o pesadillas es algo que puede suceder en la infancia y verse precipitado por situaciones estresantes como la vivida en la crisis sanitaria por el coronavirus en los menores. Es por ello que, ahora más que nunca, conviene saber qué podemos hacer para ayudar a nuestros hijos en caso de producirse uno de estos episodios.
Coronavirus y estrés infantil
Los expertos señalan cómo la pandemia ha generado una situación de crispación y ansiedad en muchas familias, y este malestar se acusa también en los niños. Como consecuencia, «puede verse condicionado su descanso», tal y como explica la psicóloga de Blua Sanitas María García .
¿Tu hijo duerme mal? ¿Tiene pesadillas o terrores nocturnos? Esto puede interferir en su descanso reparador si se produce repetidamente y no en casos aislados
¿Qué sucede si el niño no duerme lo suficiente? Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), los lactantes menores de tres meses de edad deben tener entre 14 y 17 horas de sueño de buena calidad, incluidas las siestas; y los de cuatro a once meses, de 12 a 16 horas. Los niños de uno a dos años deben dormir entre 11 y 14 horas y en la etapa preescolar (tres, cuatro y cinco años), entre 10 y 13 horas diarias. Por tanto, es conveniente vigilar que estos episodios de pesadillas o terrores nocturnos alteren en la menor medida posible el ritmo de sueño de los pequeños. En caso de que estos episodios se repitan frecuentemente, habremos de acudir a la consulta del pediatra y exponerle el caso.
Qué son las pesadillas y los terrores nocturnos: sus principales diferencias
“Los terrores nocturnos suceden en la fase no REM del sueño, por lo que se recomienda no despertarles y mantener la calma hasta que termine el episodio” explica Maria García, psicóloga de Blua de Sanitas. Por el contrario, «las pesadillas se producen durante la fase REM y pueden presentarse en cualquier momento de la noche», aclara la experta.
Si le despertamos de un episodio de terrores nocturnos, el niño no recordará nada
Los terrores nocturnos suelen tener menor frecuencia que las pesadillas y se manifiestan en entre el primer año de vida y los 4 años. Otra de las diferencias radica en que, al contrario de lo que sucede con las pesadillas, se producen en la frase no REM del sueño, la cual abarca el primer tercio del tiempo dedicado al descanso. Suelen durar unos diez minutos y generan más angustia al niño que las pesadillas. El niño no suele despertarse solo.
Las pesadillas, sin embargo, suelen provocar el despertar del niño por sus propios medios, y además recordará el contenido del sueño, que podrá seguir angustiándole durante un rato. las pesadillas suelen aparecer típicamente entre los 4 y los 8 años, que es «la edad de los miedos», según apunta la experta. Con el tiempo van desapareciendo de forma natural.
¿Cómo actuar?
-En el caso de las pesadillas es aconsejable despertarlo con suavidad y, sin preguntar al niño sobre el sueño, tratar de tranquilizarlo.
-Cuando se den episodios de terrores nocturnos, al suceder en la fase no REM, es mejor no despertarlos. Pero sí estar con ellos y vigilar que no se autolesionen.
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