Conociendo las actuaciones típicas del ciberacoso podremos ponerle freno y denunciarlo
Patricia Peyró @kontrolparental
Traspasar la delgada línea que separa el acoso escolar tradicional y presencial del conocido como ciberbullying es una realidad cada vez más frecuente. La mayoría de las veces el ciberacoso, o aquel acoso perpetrado por la vía de las redes sociales y con el uso de internet tiene su origen o se suma a una condición previa de hostigamiento en el centro escolar. A las coacciones y humillaciones, a las agresiones físicas y verbales, y a la difusión de rumores, se unen nuevos mensajes digitales que a menudo se tornan virales y multiplican el daño psicológico ejercido.
Existen ciertas conductas y actuaciones típicas del ciberacoso que debemos identificar
¿Cómo pueden detectarlas los padres en casa? La Consejería de Educación de la Junta de Andalucía, una de las comunidades autónomas más activamente involucradas en la causa del acoso escolar, y que actualmente trabaja en la creación de protocolos para su aplicación en las escuelas, describe las 8 conductas más habituales de ciberacoso en el entorno educativo:
-Publicar o remitir mensajes desagradables o amenazantes a través de redes sociales.
–Difundir rumores, información comprometida o exponer la intimidad de una persona a fin de desprestigiarla.
–Etiquetar, asociar comentarios indeseables o modificar fotos, exponiendo a la persona implicada a una posible escalada de observaciones y comentarios de terceros.
-Publicar postings, fotos o vídeos desagradables sobre la víctima en una página web, una red social, un chat o a través del teléfono móvil.
-Grabar y difundir agresiones, insultos o actuaciones degradantes hacia la víctima vía web, teléfonos móviles, etc.
La ley del menor prohíbe el bullying y el ciberbullying. Como padre, tienes derecho a exigir algún protocolo o test de detección del acoso escolar en el colegio de tu hijo.
–Suplantar la identidad de la víctima e incluir contenidos desagradables o insultantes en un perfil, una red social, un foro de mensajes, un chat, etc.
-Incomodar a la persona con contenidos, mensajes o comentarios de contenido sexual sobre ella.
-Difundir imágenes o datos comprometidos de contenido sexual a través de redes sociales o páginas de difusión masiva sin el consentimiento de la víctima.
Las consecuencias del ciberacoso para la víctima no difieren de las del acoso escolar tradicional y, para la víctima, pueden traducirse en fracaso escolar, trauma psicológico, fobias, somatizaciones, riesgo físico, insatisfacción, ansiedad, infelicidad, problemas de personalidad y riesgo para su desarrollo equilibrado.
¿Qué sucede respecto al agresor? Para éste, el ciberbullying podría suponer la antesala de una futura conducta antisocial, o la costumbre de intentar obtener el poder basándose en la agresión o el uso de medios tecnológicos, que puede perpetuarse en la vida adulta e, incluso, una sobrevaloración del hecho violento o el abuso como socialmente aceptable y recompensado.
El test BuddyTool, editado por TEA Ediciones, se realiza a toda la clase en forma de videojuego, pero sirve para identificar los casos de acoso escolar, con frecuencia agravados por el ciberacoso.
Los conocidos como testigos pasivos, que son los que silencian el acoso sin denunciarlo, no se ven exentos de consecuencias, como pueda ser la falta de sensibilidad respecto al dolor ajeno. Los observadores tienen el riesgo de mantener una actitud pasiva, complaciente o tolerante ante la injusticia, al riesgo de aprendizaje por observación de estas conductas o a una percepción equivocada de la valía personal.
En el ciberbullying se sucede un desequilibrio de poder que se produce a nivel psicológico entre el acosado y sus verdugos, hecho que provoca que la víctima no pueda defenderse fácilmente por sí misma.
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