El bullying y el ciberbullying son una realidad en los colegios. Aunque afortunadamente cada vez hay más material divulgativo, existe un cierto vacío sobre la forma en que deben comportarse los protagonistas de la enseñanza. ¿Cómo han de confrontar el acoso los profesores?
1. Ojo avizor a los indicios y señales
El profesor debe hacer su “checking list” de aspectos implicados en el ciberbullying: estado de ánimo, sociabilidad, rendimiento, faltas de asistencia, pérdida de material o deberes que no se entregan… Y mantener siempre la consigna de que más vale pasarse de precavido y pecar de pesado estando encima de los alumnos, que ser permisivo e indulgente con las dinámicas de maltrato que surgen espontáneamente en la escuela.
2.Vigilar los lugares donde “se cuece” el bullying.
Sabemos que sucede en el colegio. Pero dentro del colegio existen zonas calientes donde suelen acontecer los principales episodios. Hablamos de zonas poco vigiladas o, por el contrario, muy concurridas: pasillos abarrotados de alumnos, el cuarto de baño, el autobús o ruta, el recreo, en las mediaciones del colegio o en su entrada o salida… En la medida en que se conozcan las zonas peligrosas se podrán vigilar mejor y de este modo prevenir su aparición.
3.No evitar el tema.
El acoso escolar no debe ser jamás un tema tabú. Lejos de ello, conviene hablarlo, con independencia de que exista o no en esa clase en concreto. El bullying es una realidad que se debe transmitir para intentar erradicarlo, al igual que a los niños se les habla de la hambruna en el mundo, de las guerras o de las enfermedades. Son valores fundamentales que se deben inculcar en clase para fomentar que los niños partipen en su detección y la denuncien sin sentirse chivatos, sino sintiéndose buenas personas. El profesor podrá hacer uso de recursos sobre la materia (películas, libros…) para abordarlo de forma indirecta y así hacer que los niños “se suelten” y hablen del tema.
4. Ser tutor, además de maestro
Las tutorías son un momento de oro para que el profesor aproveche para hacer preguntas y ser confidente del alumno sabiendo que no hay otros testigos. Así pues, proporcionan la ocasión perfecta para sacar información si se sospecha algo. El éxito del profesor para evitar el acoso en su clase pasará por fomentar la cohesión grupal y la protección de los miembros entre sí.
5. Denunciar.
Una vez detectado no se ha de dudar a la hora de intervenir, y se debe informar inmediatamente al director o al jefe de estudios, en primera instancia. Desde la dirección serán responsables de investigar el asunto, detectando quiénes son los actores del bullying y siguiendo los protocolos de actuación.
6. No ser abogado ni juez.
El profesor no es ni una cosa ni otra. Y por ello no le conviene juntar a ambas partes (acosado y acosador), ni siquiera juntar a ambas familias, ya que podrían generarse situaciones muy incómodas y difíciles de resolver.
7. Ser proactivo
La proactividad no ha de quedarse en el aula, sino que conviene llevarla también al ámbito particular y familiar, involucrando a los padres en la prevención y el abordaje del acoso escolar. Aunque es la dirección de la escuela la que ha de proponer formación específica a los padres, no está de más que el profesor se involucre en estas actividades. En ocasiones los propios padres y educadores minimizan el problema del bullying tratándolo como “cosas de críos”, o bajo el planteamiento de que “los niños tienen que aprender a defenderse”, sin atender al gran perjuicio psicológico que les ocasiona el acoso y que puede incluso terminar en suicidio.